Nunca he sido muy apegada a los calendarios con sus fechas concretas, pero este año todo lo que supuestamente mide el tiempo se me escapa por completo. No puedo creer que tan solo tres meses atrás estábamos caminando por las calles de Lisboa! Era un viaje relámpago.
Cruzamos España en diagonal, haciendo ruta en coche, y llegamos tras dos días a una Lisboa tranquila, solitaria, auténtica y melancólica…en muchos momentos fuimos los únicos turistas a la vista, maravillados de la pátina de esta antigua y señorial ciudad …. La crisis del Covid barrió sin piedad los viajeros y el turismo de masa, y por donde íbamos todo parecía bastante irreal, pero sincero y directo a la vez.
Estaba estos días mirando las fotos, rememorando, y pensé que sería bonito por fin hacer este post sin importancia del tiempo que ha pasado…
En algunas fotos está presente esa luz increíble, que lo envuelve todo con su velo dorado…En otras se abren vistas inesperadas, y siempre están presentes los incansables tranvías antiguos, que siguen subiendo y bajando las colinas de Lisboa, bastante mas vacíos que de costumbre, cruzando los barrios añejos cargados de secretos, azulejos de colores, historias olvidadas y remotas de viajeros de ultramar, fortunas y amores…
Pasé parte de mi tiempo admirando y coleccionando fotos de la gran diversidad de azulejos en las paredes y fachadas. Otros momentos tomando un café o una bebida en alguna terraza, y otros tantos, simplemente caminando. Sientiendo el placer de sentirme perdida. La ciudad es una maravilla para un artista. O para un arquitecto! Lisboa es para andar hasta cansarse cansarse. Qué sensación caminarla!…Subirla. Observarla desde los miradores… Pasear por los jardines y parques de arboles exóticos traídos de ultramar. Perderte por los pequeños negocios que han pasado de generación a generación guardando meticulosamente su esencia.
Aquí cada esquina es una sorpresa… Hemos disfrutado mucho estos pocos días y no puedo olvidar a mencionar la excelente comida de los pequeños restaurantes con su sabios camareros filósofos. O sus paredes repletas de azulejos de infinitos colores y matices.
Lisboa no es solo una. Son muchos lugares en uno. Es una ciudad hecha de contrastes, en capas, muy vertical, multicultural, con gente de todos los colores y sin embargo es una sola y única…irrepetible!
Es parecida a un vino viejo lleno de matices, colores y sabores. Un lugar al que volver, siempre igual pero distinto, esquivo, y que se revela tras cada esquina, cada calle o cada puerta…Y cuando Atardece, la ciudad cambia. La noche rebosa juventud y vitalidad y decenas de curiosos locales, todos llenos, abren sus puertas, donde las conversaciones animosas se multiplican junto a una buena copa de vino.
Merci Graciela pour ce petit voyage photographique , c’est vraiment superbe … Patricia
Merci Patricia de suivre mon blog!! Bonnes Fêtes!!