Me encanta visitar exposiciones, Y pensé que sería una buena idea empezar el año con una exposición especial que tuve la suerte de visitar recientemente, y que refleja la Pintura Orientalista en España (1860-1900)… Entre los cuadros, un montón de buenos autores de la época, acuarelistas y pintores al Óleo que nos trasladan a tierras lejanas, y que a mi, personalmente, me impactan, unas veces por su preciosismo, y otras por la ligereza de su trazo…
Con esta nueva exposición, comisariada por Francesc Quílez y Lourdes Moreno, el Museo Carmen Thyssen Málaga presenta un recorrido por la pintura española de inspiración norteafricana durante la segunda mitad del siglo XIX, a través de artistas como Fortuny, Tapiró, Fabrés y Lameyer, entre muchos otros, además de sus contemporáneos franceses, como Delacroix o Benjamin-Constant.
La expansión colonial europea en el norte de África en el siglo XIX alentó los viajes de numerosos artistas, sobre todo franceses y españoles, por Marruecos, Argelia o Túnez. De la representación de sus paisajes, costumbres y paisanaje surgió la llamada pintura orientalista, un género con personalidad propia dentro del arte decimonónico, que se recrea en la luz, el color y el preciosismo de los detalles, y que cultivaron apasionadamente grandes maestros como Eugène Delacroix o Mariano Fortuny.
El éxito contemporáneo de la literatura de viajes, el deseo de encontrar temas pictóricos novedosos y un espíritu aventurero e inquieto llevaron a muchos artistas a una suerte de huida de la civilización moderna, nacida con la revolución industrial, en busca de un paraíso soñado e ideal que asimilaron en sus obras con la invención de un oriente exótico y cautivador.
Entre la observación realista y la fantasía, este universo tuvo como escenarios, sin embargo, lugares tan poco orientales, pero más fácilmente accesibles, como Granada o el Magreb.
A través de tres secciones, esta exposición recorre los territorios, la vida cotidiana y los rostros de los habitantes de este espacio de evasión del occidente burgués, reflejados en el arte español de la segunda mitad del siglo XIX por Fortuny, Lameyer, Fabrés, Tapiró y otros muchos artistas.
Su visión de esta temática se acompaña de varios ejemplos de la pintura francesa contemporánea, de Delacroix, Benjamin-Constant o Dehodencq, que permiten relacionar a los principales artífices de este género en ambos países.